lunes, 17 de octubre de 2011

La lealtad plebeya

El peronismo siempre fue complicado de comprender, para propios, pero sobre todo para extraños.
A menudo, la forma que encontraron los extraños para procesarlo fue la negación y la estigmatización.
Desde aquel título del diario Crítica del 17 de octubre que hablaba de “grupos aislados que no representan al auténtico proletariado argentino” la estrategia fue ningunerar y/o estereotipar.
Así es como, desde aquel momento hasta nuestros días, la madera del parquet inevitablemente termina alimentando el fuego del asado, las movilizaciones son motorizadas por el choripán y el arreo de indigentes, los millones de votos son producto del clientelismo y la ignorancia, y los trabajadores se dejan representar por mafiosos que reíte de Don Corleone.
Pareciera que en lugar de estar refiriéndose a uno de los movimientos políticos más importantes y duraderos de occidente, estuvieran contando la trama de una leyenda urbana.
Lo mismo pasa con la lealtad peronista. La presentan como un disvalor casi medieval, como si fuera la relación feudal entre el siervo de la gleba y el señor, jerárquica y unidireccional, donde uno manda y el otro obedece. Anacrónica, indigna e irracional.
Se equivocan. La lealtad peronista es una lealtad plebeya. Es una lealtad fuerte, pero no es incondicional. Está basada, como el viejo imperio Inca, en la reciprocidad y en la redistribución. Reciprocidad y redistribución pero no sólo de objetos materiales y cargos, como repite el sentido común de medio pelo, también de ideas, ideales, reconocimientos, responsabilidades, ejemplos y valores.
Es sobre todas las cosas una lealtad exigente, a menudo hinchapelotas para el que está arriba, porque sabe que debe cumplir para merecerla y que si la descuida, hasta el último orejón del tarro le puede organizar una agrupación aparte, presentar una candidatura molesta o simplemente irse a la mierda.
Ojo, mi intención no es idealizarla. Es una lealtad “humana” que sabe de flaquezas y dudas, de desorientaciones y lagunas. Es uno de esos atributos difíciles de aprehender para cabezas simplificadoras, racionalizadoras y esquemáticas pero que en sus mejores momentos es capaz de construir poder popular, como pocas experiencias conocidas. Compañeros: a disfrutarla, a cuidarla y a honrarla. Feliz día de la Lealtad. 

1 comentario:

  1. Agrego al asunto del parquet: votamos por el plasma, nos embarazamos más para obtener la AUH, la gastamos en juego y drogas, etc.
    Muy buen post!

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