Néstor Kirchner
asumió en medio de una de las peores crisis que vivió nuestro país, con
escasos votos y con el desafío autoimpuesto de darle a su presidencia
una impronta propia
Otros logros, como el de la obsesiva libretita y los superavits gemelos, aunque menos épicos fueron fundamentales para construir ese país normal qué solía mencionar, en el que descendieron contundentemente los números de la pobreza, la indigencia y el desempleo.
Para mi generación, la que terminó la escuela primaria en plena transición democrática a principios de los años ochenta, significó además una experiencia novedosa. Crecimos acostumbrados a que las voces oficiales sólo comunicaran malas nuevas. Salvo en aquel efímero momento de la primavera alfonsinista, escuchamos siempre a presidentes que se despacharon con deprimentes anuncios de economía de guerra, privatizaciones, olvidos, megacanjes y recortes –por no mencionar las aterradoras Cadenas Nacionales que la dictadura propalaba en nuestra infancia-.
Con Néstor Kirchner fue diferente. En él encontramos un líder que volvía a operar sobre la realidad, sin ser arrastrado como una hoja al viento por las aparentemente ineludibles reglas de la economía de mercado y del mundo nuevo nacido al calor de la globalización y la caída del muro. Néstor ampliaba los límites de lo posible, y eso no era poco para quienes habíamos crecido en un escenario de realpolitik y decepción. Para aquellos que además somos peronistas, significaba asistir a un proceso de inclusión, solidaridad y keynesianismo, que sólo habíamos conocido por libros o cuentos de Unidad Básica. Todo esto protagonizado, además, por una amplia alianza social que aunaba a la clase obrera con las nuevas organizaciones sociales, y a lo más rancio de la tradición justicialista con sectores del progresismo vernáculo, en vibrante clave movimientista que, por si fuera poco, parecía replicarse a lo largo de la Patria Grande.
Hoy recordamos un nuevo aniversario de la partida de Néstor Carlos Kirchner, en tiempos de retrocesos, de egoísmos y odios, en los que aquel “Nunca Menos” del poeta aparezca tal vez como demasiado optimista. Sin embargo, mantenemos algo invaluable: la experiencia y el legado de su liderazgo transformador y la esperanza de que su inspiración nos permita volver a estar a la altura.
Para Diagonales.com
http://www.diagonales.com/contenido/ampliar-los-lmites-de-lo-posible/6400
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