domingo, 21 de agosto de 2011

Mea culpa (en ocasión de la muerte de Néstor Kirchner)

Nunca lo pude querer mucho. Siempre lo pensé más de lo que lo sentí al ex presidente.
Antes de que fuera conocido masivamente lo tenía junado desde hacía tiempo, por esa costumbre que teníamos los peronistas que sufrimos el menemismo, de estar pendientes de cada figura díscola que aparecía, con esperanza de retomar rumbos extraviados. Pero lo tenía junado como a tantos otros (todos los demás grandes o pequeños bleufs, demás está decirlo).
Me entusiasmó, lo voté, pero siempre lo pensé más de lo que lo sentí a Kirchner. Tal vez metido todavía en ese despiadado sentimiento, mezcla de escepticismo y cinismo que nos dejaron los noventa, tal vez con la dureza que generan las esperanzas decepcionadas sistemáticamente.
Lo admiré, lo apoyé y también me enojé con él, a veces con alguna justificación pero mayormente por razones absurdas. Siempre lo pensé más de lo que lo sentí a Néstor.
No me imagino como sigue esto, pero no importa, porque cada vez que me imagino, igual pasa otra cosa.
Siempre lo pensé más de lo que lo sentí al flaco… pero él siempre se salió con la suya, y ayer, al lado del dolor desconsolado de mis amigos y compañeros, pude sentirlo más que pensarlo, y lo lloré a través de ellos.

Movimientismo para principiantes

Piense en su grupo de amigos (no en sus compañeros de militancia, si es que los tiene). En aquellos que van a su cumpleaños todo los años. Imagínese encontrarse en el desafío de armonizar con ellos alguna postura cualquiera con respecto a algo.
Pero no se quede allí. Seguramente sus amigos, con alguna excepción, son hombres y mujeres que más o menos comparten con ud. su lugar de nacimiento, su status social y cierta concepción del mundo. Experimente: tome ese grupo y multiplíquelo por, digamos, 4 millones. Pero no se quede en los individuos, multiplique también situaciones. Multiplique por ejemplo tipo de pisos en las casas (¿alguna vez se preguntó por qué el censo pregunta eso?) cerámico, parquét, concreto, tierra, nylon… y ya que está multiplique ingresos por año (para arriba, pero sobre todo para abajo), niveles de educación, colores de piel, temperaturas medias, equipo de fútbol, profesión, situación familiar, edad, religión… es inimaginable hasta donde puede llegar.

Con ese universo heterogéneo, variopinto, inabarcable, imagínese el tratar de lograr miradas compatibles (no unánimes) sobre algo nimio, como por ejemplo de qué color pintar la pared de la habitación… ¿difícil,no? Ahora piense en algo un poco más complicado: elegir un tipo de calzado. ¿Zapatillas? ¿zapatos? ¿alpargatas? ¿ojotas? ¿sandalias? ¿Y de qué color? ¿cordones o no? ¿primeras marcas, segundas o imitaciones?. Hágase la idea de la interminable discusión…

Vayamos un poco más allá. Imagínese a usted mismo tratando que todo ese universo (o al menos la mayoría), consensúe (o al menos acepte), algunas pocas posiciones fundamentales acerca del destino de la patria...

Ante semejante tarea, es posible que necesite ayuda… y es muy posible que en ese momento, es decir a la hora de pedir ayuda, aquel sindicalista medio impresentable, ya no le parezca tanto, y que ese recién llegado ya no le parezca tan tilingo, y que la actriz que antes de ayer descubrió que hay pobres pueda aparecérsele como más digerible… y lo más importante, puede que ud. descubra que tampoco es ninguna joyita.

¿Lo imaginó? Ahora lo importante es que tome algunas prevenciones: nunca olvide que el objetivo es “La felicidad del pueblo y la grandeza de la patria”, y que al menos 4 de cada 5 pasos que dé, deben ir en el sentido de una patria “Libre, Justa y Soberana”.

Si ya entendió todo eso, cómase el sapo más grande, sin orgullo pero sin culpa, yo invito… y bienvenido al Movimiento Nacional.

Fantasmas

Me despierta el mismo ruido metálico… ahí están. Fantasmas, siempre los fantasmas, como un sino siniestro. Se agrupan y me acosan. Ya no lo soporto. Cada tanto algo cambia y me envalentono… los enfrento. Pero es efímero: rápidamente vuelven los miedos y la huida.
Sólo el amor me permite enfrentar este terror… 
Espero que Miss Pac Man nunca me deje.

Peronista y del siglo XXI (Herética adaptación de “Porteño y de Estudiantes” que Humberto Constantini habría perdonado)

Uno vivió humillado y ofendido,
se sintió negro, paria,
risible minoría,
adventista, croata,
o bicho raro.

Uno aguantó silencios,
miradas menemduhalde,
sonrisas alsogarays
y condolencias.
Uno sufrió, mintió,
dijo no es nada,
se congeló el amor en mas de una privatización,
honestamente quiso sacudir su carga.

Uno debió explicar con voz de tío
que había una vez un Perón,
y había una Evita,
y había una Argentina Potencia,
y había un sueño dragón y una princesa
y había un rey Movimiento Nacional.

Uno dejó colgada durante veinte años
la foto de Jauretche,
porque sí, porque bueno, por costumbre,
porque le daba no sé qué sacarla.
Y un día la sacó
como se sacan
los relojes viejos,
el diploma de sexto,
o las nostalgias
(estaba desteñida y amarilla,
y en la pared quedó como una marca
o un fantasma).

Uno se fue,
se rechifló de la política,
por despecho
se volvió criticón y sociológico;
se dedicó al latín, al mus, al fútbol,
al ajedrez, al sánscrito, a la siesta,
a la literatura, a Beethoven,
o simplemente a nada.
Y se indignó
y habló del muro de Berlín
y la transparencia
que se vacía en el vicio de los despachos.

Y aguantó como un hombre,
y vio a su hijo colgar la foto del Subcomandante Marcos
(justo en aquella marca)
y lo vio bostezar
de tanto cuento viejo y tanto Perón,
tanta caperucita y príncipe encantado
y tanto rey Peronista.

Uno vivió humillado y ofendido,
se sintió negro, paria,
risible minoría,
adventista o croata.
Entonces,
¿se dan cuenta
por qué ando así,
bastante bien últimamente,
con sonrisa de obispo
y con dos alas?