domingo, 21 de agosto de 2011

Peronista y del siglo XXI (Herética adaptación de “Porteño y de Estudiantes” que Humberto Constantini habría perdonado)

Uno vivió humillado y ofendido,
se sintió negro, paria,
risible minoría,
adventista, croata,
o bicho raro.

Uno aguantó silencios,
miradas menemduhalde,
sonrisas alsogarays
y condolencias.
Uno sufrió, mintió,
dijo no es nada,
se congeló el amor en mas de una privatización,
honestamente quiso sacudir su carga.

Uno debió explicar con voz de tío
que había una vez un Perón,
y había una Evita,
y había una Argentina Potencia,
y había un sueño dragón y una princesa
y había un rey Movimiento Nacional.

Uno dejó colgada durante veinte años
la foto de Jauretche,
porque sí, porque bueno, por costumbre,
porque le daba no sé qué sacarla.
Y un día la sacó
como se sacan
los relojes viejos,
el diploma de sexto,
o las nostalgias
(estaba desteñida y amarilla,
y en la pared quedó como una marca
o un fantasma).

Uno se fue,
se rechifló de la política,
por despecho
se volvió criticón y sociológico;
se dedicó al latín, al mus, al fútbol,
al ajedrez, al sánscrito, a la siesta,
a la literatura, a Beethoven,
o simplemente a nada.
Y se indignó
y habló del muro de Berlín
y la transparencia
que se vacía en el vicio de los despachos.

Y aguantó como un hombre,
y vio a su hijo colgar la foto del Subcomandante Marcos
(justo en aquella marca)
y lo vio bostezar
de tanto cuento viejo y tanto Perón,
tanta caperucita y príncipe encantado
y tanto rey Peronista.

Uno vivió humillado y ofendido,
se sintió negro, paria,
risible minoría,
adventista o croata.
Entonces,
¿se dan cuenta
por qué ando así,
bastante bien últimamente,
con sonrisa de obispo
y con dos alas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario