domingo, 21 de agosto de 2011

Mea culpa (en ocasión de la muerte de Néstor Kirchner)

Nunca lo pude querer mucho. Siempre lo pensé más de lo que lo sentí al ex presidente.
Antes de que fuera conocido masivamente lo tenía junado desde hacía tiempo, por esa costumbre que teníamos los peronistas que sufrimos el menemismo, de estar pendientes de cada figura díscola que aparecía, con esperanza de retomar rumbos extraviados. Pero lo tenía junado como a tantos otros (todos los demás grandes o pequeños bleufs, demás está decirlo).
Me entusiasmó, lo voté, pero siempre lo pensé más de lo que lo sentí a Kirchner. Tal vez metido todavía en ese despiadado sentimiento, mezcla de escepticismo y cinismo que nos dejaron los noventa, tal vez con la dureza que generan las esperanzas decepcionadas sistemáticamente.
Lo admiré, lo apoyé y también me enojé con él, a veces con alguna justificación pero mayormente por razones absurdas. Siempre lo pensé más de lo que lo sentí a Néstor.
No me imagino como sigue esto, pero no importa, porque cada vez que me imagino, igual pasa otra cosa.
Siempre lo pensé más de lo que lo sentí al flaco… pero él siempre se salió con la suya, y ayer, al lado del dolor desconsolado de mis amigos y compañeros, pude sentirlo más que pensarlo, y lo lloré a través de ellos.

1 comentario:

  1. A mí me pasó distinto. Lo empecé a querer en la campaña de 2003, me ganó su carisma, su afectuosidad. Lo pensé, pero confieso que menos. Muy lindo el post

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